Hay una creencia generalizada sobre el estrés: que te puede matar, que es dañino.
Haz memoria o intenta observar la próxima vez que te sientas estresado qué piensas sobre estar estresado, porque eso es lo que más importa, y vamos a ver por qué.
Si evocas los momentos en donde más orgulloso te has sentido de ti mismo, de tus logros, de tu esfuerzo, muy probablemente hubo estrés involucrado. El estrés aparece cuando algo que te importa se pone en riesgo: tu trabajo, tu imagen ante tu jefe, la seguridad de tus hijos, la estabilidad financiera de tu familia, tu relación de pareja, etc. Y aparece porque no te da lo mismo perderlo, por lo tanto tu cuerpo se prepara para enfrentar los desafíos.
Es algo fascinante. El estrés que no es saludable es el estrés tóxico, es sostenido, es extremo, y precisamente la idea de que el estrés nos puede matar es porque al principio el Dr Hans Selye experimentó con ratones poniéndolos a prueba: los metían a nadar hasta sentir que se ahogaban, les inyectaban sustancias que les producían llagas en el cuerpo, los sometían a maltrato con otros animales más grandes y agresivos y notó el decaimiento de su sistema inmune, se deprimían, cambiaban y eventualmente morían.
Hay personas que viven bajo estrés tóxico, bajo un estrés extremo que les hace un daño tremendo: personas sometidas a golpes, maltrato, abuso sexual sistemático, personas en zonas de violencia constante, personas que experimentan miedo o terror y eso les genera un cambio importante en su cuerpo y en su cerebro.
El estrés en estos casos es algo que se ha estudiado cómo puede dañar a las personas, sin embargo, un gran número de personas experimenta el estrés por periodos, no nos meten a nadar en agua hasta ahogarnos ni nos persiguen para matarnos.
No somos una máquina diseñada para no parar, si no paramos, algún área de nuestra salud física, mental, emocional o social se va a dañar y terminamos en burn out.
La clave: darte espacio para recuperarte.
La clave es diseñar tu día para que tengas momentos de recuperación y de emociones positivas, de conexión con otras personas que te ayudan a aumentar la oxitocina y otras hormonas del bienestar.
Lo que piensas del estrés cambia tu experiencia y la reacción de tu cuerpo.
Pero si algo debes saber es que lo que piensas del estrés, tu mentalidad, afecta tu respuesta física, cambia tu actitud y te motiva a actuar.
Cuando la gente cambia su visión de la experiencia, puede alterar lo que ocurre en su cuerpo. Nuestra mentalidad define nuestra realidad, nuestras reacciones físicas y nuestro comportamiento. Suena a una afirmación hippie, pero está lejos de serlo, la ciencia lo ha comprobado.
Kelly McGonigal realizó un estudio en la Universidad de Wisconsin en donde la investigación de 29.000 personas durante 8 años descubrió que su visión del estrés afecta su salud mucho más que el estrés en sí.
La investigación encontró que si piensas que el estrés siempre es malo para ti, entonces así reacciona tu cuerpo. Pero, si crees que el estrés es algo bueno, te da energía, te desafía y te pone en movimiento, también es correcto. McGonigal descubrió que las personas con una visión positiva del estrés vivieron muchos años más que aquellas con una visión negativa del estrés, algo que creíamos contrario.
Investigaciones como esta muestran que cambiar nuestra forma de pensar sobre el estrés puede tener un gran impacto en nuestra salud y felicidad. Para poder cambiar nuestra mentalidad sobre el estrés por una visión positiva, primero debemos cuestionar lo que creemos actualmente sobre el estrés para así poder explorar conscientemente un conjunto de creencias más positivas.
Por ejemplo, si crees que el estrés es algo que te está dañando, puedes pensar que estás capacitado por miles de años de evolución para hacer frente a estresores realmente grandes, como la persecución de un animal salvaje. Si crees que tu cuerpo está dotado de lo que se requiere para enfrentar los retos y además salir fortalecido, tu cuerpo va a responder viendo al estrés como un impulso, no como una parálisis o un bloqueo. Tu cuerpo va a segregar adrenalina y te va a dar el impulso que necesitas para completar el reto. Tu cuerpo va a funcionar a tu favor, y estarás experimentando el estrés de manera positiva para ti.
Si por el contrario, te sientes abrumado, puedes pensar en que esto es temporal, en que puedas pedir ayuda o apoyo, o en que puedes dedicar a tu descanso diseñando tu día para permitirte recuperarte y esto también cambiará tu experiencia.
Una práctica positiva es que cuando estás estresada tendemos a pensar que solo a nosotros nos pasan esas situaciones, que solo nosotros estamos atravesando por eso y que nadie nos puede entender o empatizar, esa creencia nos hace sentirnos aislados y solos, pero al darnos cuenta, escuchar a otros, o simplemente pensar que hay miles o millones de personas en una situación igual que la que estamos viviendo nos permite sentirnos conectados, y sentir consuelo. Somos personas imperfectas, en un proceso de aprendizaje permanente, y nada de lo humano no es ajeno. En muchos talleres los participantes expresan cómo les alivió escuchar que no son los únicos que viven esas situaciones, y les es más fácil validar sus emociones al ver que muchos otros comparten su sentir.
Por otro lado, reconocer las dificultades como parte un cambio que te ayuda a mejorar. hace que tu cuerpo responda al estrés de manera positiva, y creces, te fortaleces.
Una pregunta que puede ayudar es ¿Cómo esto que estoy viviendo podría convertirlo en lo mejor que me ha pasado o cómo podría ser una mejor versión de mí a partir de esto?
¿Tienes a tus hijos en casa y trabajas? Estás quizá aprendiendo a organizarte mejor, a comunicarte más para pedir ayuda. ¿Estás triste porque terminaste una relación? Esto te puede servir para ir hacia tus fortalezas y conectarte más contigo y con tus necesidades, reconocer lo positivo en ti y buscar aquello que deseas. ¿Tienes mucho trabajo? Quizá puedes elegir irte a dormir a una hora, crear hábitos de sueño, comer mejor para poder fortalecer tu cuerpo y rendir mejor. Es decir, depende de tus elecciones.
Ante las adversidades, si nos preguntamos menos el por qué y más el para qué, podremos encontrarle sentido a las cosas y crecer a partir de esto.
Estoy segura de que ya te ha pasado. Hemos crecido y sido más fuertes, más sabios, más generosos, etc. a partir de situaciones dolorosas o adversas. A esto se le conoce como Crecimiento Post-Traumático.
El estrés nos ayuda a conectar con otras personas.
En nuestro cerebro tenemos algunas respuestas al estrés, y típicamente conocíamos la de lucha y la huida, que se activan cuando nos sentimos amenazados, pero hay otra: la de protección y cuidado. Se nos activa cuando buscamos apoyo en otras personas cuando tenemos la sensación de que lo que sucede es más de lo que podemos afrontar, y buscamos consuelo, protección, apapacho, empatía, escucha y no sólo eso, también es lo que nos hace ayudarnos en momentos de dificultades, en tragedias como sismos, por ejemplo, en donde a veces hasta arriesgamos nuestra vida por alguien más.
No te estresas por algo que no te importa.
Probablemente esto sea de lo más importante. Las acciones están motivadas por la emoción que sentimos. Decían las abuelas "El interés tiene pies". El estrés y el significado van unidos: no te estresas por algo que no te importa, lo que significa algo importante para ti te causa estrés y te invita a hacer algo, a mejorar tu vida, a mantener lo que es importante para ti.
Si te estresa tu trabajo, la relación con tus hijos, con tu pareja, la situación económica, tu salud y la situación social siempre hay algo que puedes hacer y puedes manejarlo mejor a través de varias estrategias que te iré compartiendo. Pero si bien hay estrategias mentales, emocionales, físicas y sociales, te recomiendo comenzar por el origen, por lo básico:
Cultiva tu vitalidad.
Comienza por diseñar tu día para alternar periodos de trabajo y de descanso, de recuperación.
Come comida real, es decir, con menos químicos y procesamiento industrial; suficientes porciones de frutas y verduras que te mantienen hidratado, que te dan energía y que ayudan a mantener equilibrio en tu cuerpo.
Por la tarde haz estiramientos como este una hora antes de dormir para calmar tu sistema nervioso y poder dormir mejor y desconéctate de los electrónicos.
Cultiva momentos de serenidad: un baño caliente, un ratito de recostarte en la cama o en el pasto.
Baila y canta.
Haz ejercicio físico, de preferencia cardiovascular: bailar, caminar, andar en bicicleta, correr, pasear a tu perro.
Recuerda que tú, yo y todos somos el resultado de la evolución de personas que sobrevivieron grandes desafíos y por lo tanto, llevamos en nuestros genes la fortaleza para enfrentar los nuestros.
Si sientes que tu reto es una invitación a crecer, si te permites recuperarte, si encuentras el sentido de lo que está pasando y si acudes a otros para apoyarles y recibir apoyo, entonces el estrés será un gran trampolín para ti.
Próximamente estaré compartiendo más recursos, mientras, te deseo que esto que estás viviendo se convierta en el punto de partida para una vida más sana, más conectada y más consciente para ti y quienes te rodean.
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